lunes, 9 de abril de 2012

Oscuridad... mi destino.


Eran las siete y media de la tarde, veía el hermoso atardecer mientras me tomaba un vaso de refresco. Me encantaba mirar el amanecer y el atardecer cada día. Nunca me perdía ninguno, nunca. Entré en mi casa cuando el cielo oscureció. Encendí la tele y me puse a ver una peli de miedo que nunca había visto. Trataba de un chico, Albert se llamaba, que vivía en una casita apartada de las demás con sus padres. El chico salía cada día a la calle y se lo pasaba genial el solo, jugando con palos e imaginandose a monstruos, diciendo que el era el superheroe del mundo. La casualidad, que al crío también le encantaba mirar para el atardecer, era como yo de pequeño. Me vi reflejado. Eso consiguió engancharme frente al televisor. Durante la primera hora de película, no hubo nada de miedo. Solo explicaba como había crecido Albert, su infancia, su adolecencia... hasta llegar a adulto. Concretamente a los veinticuatro años. "Justo mi edad". Pensé. Durante el transcurso de la pelicula, habían muchas cosas que coincidían conmigo, me impresionaban. Un día, Albert salió de su casa camino a la de unos amigos, para ver una película y pasar un buen rato juntos. A mitad de camino, el coche de Albert pegó un acelerón y no podía frenar. Estuvo a punto de atropellar a una familia que caminaba por la acera tan tranquila. Entonces todo volvió a la normalidad. El llegó algo asustado. Pero ni lo mencionó. Entonces, a eso de las siete y media, salió de la casa con la esperanza de ver el lindo atardecer, pero el tiempo estaba nublado, era extraño, nunca había visto un cielo tan oscuro como el de ese día. Entró, algo desilusionado, pero siguió normal, total, era un simple atardecer, podría ver muchisimos mas. Ya encontré otra cosa que coincidía conmigo, la hora del atardecer, la misma hora a la que yo lo miraba. El chico salió de la casa a las nueve de la noche. De camino a casa, las luces de la calle se apagaron, estaba el solo en la carretera, el coche pegó otro acelerón. Albert intentó frenarlo, puso el freno de mano, pero de la velocidad que cogió se partió. Él no podía creerlo. Nunca había cogido tanta velocidad, no sabía que su coche fuera tan rápido. Cuando Albert estaba a punto de chocar contra una pared, el coche , como si se moviera por si solo, giró hacia la derecha, dirección a su casa. Al llegar delante, el coche bajo la velocidad hasta parar... todo solo. Asustado y desconcertado bajó del vehívulo y entró en su casa para acostarse y dormir un rato. Al abrir la puerta, escuchó un sonido en la cocina, como si arrastraran un caldero o algo de metal. Albert corrió para mirar de que se trataba. Yo estaba deseando ver lo que ocurría en ese momento en la peli. Vi una mano delgada y pálida, como si fuera de un muerto... pero se fue la luz de mi casa. Me dio tanto corage, que directamente me fui a dormir, para intentar olvidarme de la película. Esa mañana, como de costumbre, me quedé perplejo mirando el amanecer. Que paleta de colores, que luminocidad... me encantaba. Después de almorzar, fui a casa de unos amigos a echarme unas partidas a la play. Me pasé toda la tarde con ellos. Sobre las siete y media, salí de la casa para mirar para el cielo, pero, como era de esperar en mi historia, estaba muy nublado, tanto, que parecía de noche. Me acordé de la película de la noche anterior, pero no quise darle importancia. A las nueve, uno de mis amigos dijo que se tenían que ir ya, porque al día siguiente trabajaba y tenía que madrugar. Yo comencé a mosquearme, otra coincidencia. Por suerte, de camino a casa, ni se me apagaron las luces de la calle ni el coche me pegó un acelerón. Mas tranquilo, entré en casa. Al avanzar por mi casa, oí un ruido en la cocina. Los pelos se me pusieron de punta, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, me temblaban las piernas... Por el contrario de Albert en la película, caminé muy lentamente hasta la cocina. El ruido era idéntico al que Albert escuchó en la peli. Me asomé lentamente en la cocina... y no había nada, ¡solo un par de calderos moviendose solos por el centro de la cocina! Al ver eso, intenté salir de mi casa lo mas rápido posible, pero no pude. Intenté abrir la puerta de la calle, pero algo la había trancado. El ruido sesó, pero oí uno nuevo. Unos pasos se aproximaban a mi posición. Entonces, las luces de mi casa se fueron una vez mas. En el fondo del pasillo en el que me encontraba, unos ojos rojiso que resaltaban con un color negro alrededor, un color negro que resaltaba en la propia oscuridad, me observaban, y en menos de un segundo se encontraron a un dedo de rozarme. Del susto que me dio al verlos de repente delante, mi cuerpo brincó y caí al suelo. Algo me agarró de la pierna y me arrastró por toda la casa hasta llegar a la punta mas oscura. Me adentró en un lugar tenebroso, donde solo sentía dolor y donde solo se oían gritos de dolor y agónicos... Abrí los ojos a la mañana siguiente, y no era mas que un simple fantasma. Una simple alma en pena que vagaría por el mundo sin saber por qué. Nunca volví a ver ningún atardecer y amanecer. A partir de ahí, mi "vida" fue tremenda oscuridad, en la que me encargaba, de hacer lo mismo que me hicieron a mi a los demas dueños que iban llegando. Nunca me liberé de esa maldición. Nunca saldré de este oscuro lugar...

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