viernes, 6 de abril de 2012

Reflejo.


-¿Cómo lo haces? eso no puede ser solo magia.- Decía Cedric, un chico de pueblo cuando me veía practicar para mi espectáculo de los Martes por la noche.
Yo soy Esteven. Tengo veintiseis años y me encanta la magia y todo lo relacionado con acontecimientos extraños y oscuros. El espectáculo de este Martes, trataba de meterme en una caja llena de espejos,con unos agujeros que permitían el paso de unos láseres. Por la parte trasera de la caja, la parte que el público no veía, había un agujero mayor que los demás, y se me veía por los espejos.El suelo tenía una pequeña trampilla, que abría antes de que encendieran los láseres. Por la parte trasera sabían si yo había salido de la caja por el reflejo del agujero grande. Era un truco sencillo. Nada podía salir mal. El lunes por la tarde, me fijé en que el Martes era día trace, el de la mala suerte supuestamente. Yo quería cambiar el día porque era muy supersticioso, pero mi jefe se negaba. Decía que no pasaría nada, que era un día como otro cualquiera. Todo seguía adelante. Llegó la hora, el público estaba impaciente por ver la actuación. Una vez situado en mi lugar en el escenario, me informaron por el pinganillo, de que la caja se había roto y habían traído otra mas pequeña pero que todo podía continuar sin problemas. Yo no estaba seguro de mi mismo esa noche. Colocaron la caja, entré en ella, y estuve un rato dentro mientras presentaban mi actuación. Ese rato fue suficiente para que todos los espejos se empañasen con mi respiración y con el calor corporal debido a los focos que me señalaban. Entonces oí por mi pinganillo:
-Ya salió, conecten el láser.- 
Yo grité desesperado, pero con la ovación del público era imposible que me oyeran. Intenté salir por la trampilla pero estaba trabada. Miré por el agujero mayor y me vieron, pero ya era tarde. Vi como entró el primer láser sin rozarme, pero los diecinueve siguientes si lo harían. Al ver el humo que salía de la caja y la sangre de mi cuerpo por debajo lo pararon rápidamente, pero ya no había nada que hacer. Lo que mas me dolió no fue sentir el láser atravesándome la piel, fue algo que no mencioné en ningún momento, que estaba peleado con mi familia. Los últimos recuerdos que tengo fueron malos. Gritos, insultos que se dicen bajo el enfado... y al final no pude hacer lo que quería realmente, despedirme y decirles que los quería, a pesar de las diferencias. ¿Todo ocurrió por una casualidad, o fue por hacerlo el día de la mala suerte? 
Nunca lo sabré.

No hay comentarios:

Publicar un comentario