martes, 3 de abril de 2012

Rabia.


Recuerdo perfectamente aquella mañana, como al abrir los ojos notaba una especie de quemazon en el estomago, que me recorría el cuerpo hasta llegar al cerebro. Notaba las pulsaciones muy aceleradas e intensas. Corrí hasta la bañera y me duché, con la esperanza de que ese dolor interno se aliviase, pero parecia imposible. Sentía la necesidad de hacer algo, algo malo y perverso, y se me ocurrió coger una cierra  que tenía mi padre en el sótano. Cogí una bolsa marrón, le hice dos agujeros a la altura de los ojos, y quise esperar hasta la noche para hacer de las mías. A medianoche, me coloqué la bolsa en la cabeza, agarré bien la sierra, y salí dispuesto a matar. Me escondí detrás de unos cubos de basura, cuando vi a una persona, salí sin pensarmelo dos veces, encendí la sierra en ese mismo momento y... que sensación mas satisfactoria, que alivio mas grande, ver caer al suelo a ese hombre... me dejó sin palabras. Necesitaba mas, una mujer, un niño, un anciano... mucha mas gente. Escondido en la oscuridad de la noche, me aproxime a un chico que parecía estar perdido, me coloque delante y dije con voz pasiva:
-¿Puedo ayudarte...? Creo que si, acercate.-
Como era de esperar el chico corrió, pero a mí, me recorrió un impulso por todo el cuerpo, alcanzando al chico. Él cayó al suelo, di un paso, pisándole el pecho, arranqué el motor de la sierra y le abrí parte del cuerpo. Que bien me sentía esa noche, sin duda era la mejor de mi vida. Recogí los dos cuerpos y los llevé hasta el fondo de un barranco. Los enterré de tal manera que nadie podría encontrarlos, pero tuve un fallo. Donde los asesiné dejé un gran charco de sangre que era imposible se quitar. Al llegar a mi casa, un poco preocupado, me acosté recordando otra vez los momentos que pasé esa noche. Los gritos de desesperación... que situación mas enriquecedora... Esa noche dormí como nunca antes lo había echo. Ayudé a mi padre a recoger el sótano al despertar, y se dió cuenta de que faltaba algo, yo me asusté. Me fui rápidamente diciendo que tenía cosas que hacer con unos amigos. Escondí la sierra en un lugar mas seguro con la bolsa. En las noticias del mediodía, informaron de la desaparición de dos personas y se habían encontrado dos manchas de sangre por la zona. Empezaron a investigar en esos lugares, los perros policía seguían el rastro hasta el barranco. Por suerte cuando encontraron el sitio ya era de noche. Yo aparecí por detrás de todos los policías y maté a cuatro a una velocidad vertijinosa, ni yo sabía que era tan rápido, hasta que me dispararon. Por suerte no me dieron, me escondí en la oscuridad, todos quedaron asombrados, los escuchaba decir:
-¡Dónde se ha metido ese monstruo?- 
Pero soltaron a los perros. Me subí a un pequeño árbol. Ahí contemplé durante unos minutos como los agentes intentaban ayudar a los que yo había asesinado. Que tontos. ¿Cómo iban a estar vivos? Dos tenían una tremenda raja en el pecho y los otros en el cuello, era de bobos pensar que tenían una posibilidad de estar vivos. Los perros me ponían nerviosos porque seguían ladrando en mi dirección. Un agente me apuntó con su arma, cogí una rama del árbol y la tiré varios metros de mi posición. todos miraron de donde venía el sonido y aproveché para quitarme de en medio a los perros, solo eran dos, no tarde mas de cinco segundos, y me alejé rapidamenté. Oi varios disparos, pero no tuve problema. No volví a casa. Ya sabrían que era yo, todo apuntaba hacia mi. Me quité la bolsa, y ya no lo hacía de noche, ya era a todas horas. Entré en la casa de una anciana a la tarde siguiente, estaba durmiendo, era el momento perfecto. Encendí la motocierra, el crujido que hizo la despertó y entonces la dejé caer sobre su cuerpo. Al salir de la casa, varios policias me esperaban, ya no tenía nada que hacer. La motosierra ya estaba encendida, no se me ocurrió nada mejor que tirarsela a uno de ellos y entré de nuevo en la casa. Uno de sus disparos me atravesó la espalda, un dolor me recorrió todo el cuerpo. Me acordé de aquella mañana que empecé a sentir la necesidad de matar. Los ojos se me cerraban poco a poco, todo se me borraba de la mente, lo único que vi, fue oscuridad, tanta, que no tube mas remedio que dejarme ir.

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